Encuentro natural a bordo del Chepe

 
Alonso Gordoa
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Chihuahua es el estado más grande de la República Mexicana, hogar de gran diversidad de ecosistemas, desde desierto hasta bosque, así como una variedad cultural que invita a disfrutar su geografía.

La ciudad de Chihuahua cuenta con museos y sitios históricos, como la casa del general Francisco Villa, residencia donde habitó el caudillo cuando fue gobernador.



En el centro destaca la catedral de estilo barroco y la Plaza de Armas, donde se puede disfrutar de una nieve mientras se observa alguno de los espectáculos callejeros o eventos al aire libre que confirman que el ambiente norteño se vive de forma alegre y festivo.

Cerca de ahí, los viajeros pueden visitar el Museo de Arte Sacro y el Palacio Municipal. Por la calle Libertad se llega hasta el Palacio de Gobierno que resguarda el Museo de Hidalgo, quien estuvo preso en ese lugar antes de ser fusilado en 1811.

Para recorrer los principales puntos turísticos de la capital se recomienda hacerlo con el tour Chihuahua Bárbaro.  A los visitantes los acompaña una narradora vestida de Adelita que cuenta de forma humorística las historias de los lugares más emblemáticos de Chihuahua.

Los acontecimientos históricos son relatados en voz de sus protagonistas reencarnados por actores que interpretan a Miguel Hidalgo, Francisco Villa y Benito Juárez, entre otros.

Las calles y  mansiones de Chihuahua encierran grandes historias como la famosa casona de Quinta Gomeros, propiedad de un destacado miembro de la élite político empresarial del porfiriato, Manuel Gameros. Actualmente funge como centro cultural y es una de las representaciones más grandes del art nouveau en la ciudad.

Rumbo a las barrancas

Dicen que antes de viajar a otras partes del mundo primero debemos conocer nuestro país, y es que Chihuahua es un claro ejemplo de que muchas de las bellezas exuberantes de la naturaleza y paisajes con formaciones caprichosas, están en México.

Sobre todo cuando se habla de las Barrancas del Cobre, una formación de cañones color cobrizo que le dan origen a su nombre y que su dimensión resulta cuatro veces más grande que el Gran Cañón de Colorado en Arizona. La mejor manera de conocer ese sitio es a bordo del Chepe, el tren que viaja de Chihuahua a Sinaloa en un trayecto de 653 kilómetros.

Son las seis de la mañana y la locomotora que encabeza el ferrocarril comienza a sonar anunciando el inicio de la aventura. Las casi 14 horas de trayecto tranquilizan hasta al viajero más inquieto al percatarse que lo que importa en esa experiencia es el camino.

A diferencia del tren de Tequila que es turístico, el Ferrocarril Chihuahua-Pacífico, nombrado de cariño como el Chepe, sirve como medio de transporte para las personas que viven en la región haciendo la ruta Chihuahua-Los Mochis y Los Mochis-Chihuahua todos los días.

Durante 55 años desde su primer silbido el tren ha transitado de ida y vuelta por una ruta que pasa por 37 puentes, 86 túneles y un sinfín de escenarios naturales.

En esta ocasión, el recorrido se realizó desde la capital chihuahuense hasta Divisadero. Los pasajeros toman el lugar que tienen asignado en alguno de los vagones con los que cuenta Primera Express, por supuesto, los que se localizan al lado de la ventana son los más codiciados.

Pronto comienza a salir el sol y el personal a bordo informa a los viajeros que su desayuno está listo. Huevo con machaca, una taza de café y pan dulce se sirven en la mesa del vagón comedor.

Con el andar del ferrocarril, los pasajeros no pueden evitar caminar por los pasillos del Chepe hacia un pequeño corredor fuera de cada vagón. Ahí, en un espacio donde apenas cabe una persona, es posible asomar la cabeza para disfrutar del aire fresco o tomar fotografías.

Hogar de los menonitas

Mientras el tren sigue su paso, se anuncian con debida anticipación las paradas o sitios turísticos más importantes. Hectáreas de campos de manzanas indican que se ha llegado a Cuauhtémoc, famoso por las comunidades menonitas ahí asentadas.

Las manzanas, uno de los frutos de la región por excelencia resulta un pilar para la economía del estado. Sin dejar a un lado el queso, producto estrella de los menonitas.

Procedentes de Canadá, en 1922 esas comunidades compraron extensiones de tierra y vía ferrocarril llegaron a Cuauhtémoc poco más de mil familias, trayendo consigo carretas, caballos percherones y su tradición agropecuaria.

En esa parada las personas pueden visitar a los menonitas para conocer el modo de vida de esas comunidades que tienden a rechazar todo lo que es moderno. Poco a poco se han ido adaptando a las nuevas tecnologías, pero los más conservadores no permitirán nada motorizado, ni para arar sus campos.

Se tiene que tomar en cuenta que el trayecto del tren solo se hace una vez al día, por lo que si se desea bajar en Cuauhtémoc debe de considerar una noche, o bien, planear previamente las paradas que hará.

Contacto natural

El recorrido continúa hacia Creel, considerado como la puerta de entrada a la sierra Tarahumara. Desde la entrada a ese Pueblo Mágico ya se comienzan a ver través de la ventana paisajes montañosos rodeados de pinos y encinos.

Es un punto estratégico para visitar diversos sitios turísticos que rodean esa zona, como es el caso de la cascada de Basaseachi, San Rafael, Batopilas, Guachóchic, y los sitios naturales cercanos al pueblo.

Por la mañana, los visitantes pueden emprenden un recorrido en cuatrimotos para conocer los diferentes valles y atractivos a los alrededores del poblado; Valle de Arareko, Valle de los Monjes, la cascada de Cusárare y el Lago de Arareko.

En el Valle de Arareko se puede visitar la serie de formaciones rocosas llamadas Los Hongos, Las Ranas, La Montura y Las Chichis, las cuales se originaron debido a la erosión del viento y del agua. Ahí viven muchas comunidades tarahumaras con quienes es posible convivir a las afueras de la iglesia de San Ignacio, construida de adobe en el siglo XIX.

Hay diversas veredas para explorar con las motos, y a siete kilómetros al oeste de Arareko se encuentra un sitio al que se le conoce como el Valle de los Monjes, una colección de inmensas columnas de roca que llegan a medir entre 40 y 50 metros. Ese capricho de la naturaleza se ha convertido en un imperdible en la visita a Creel.

Continua el trayecto hacia el Lago de Arareko y la cascada de Cusárare, con una caída de 30 metros, rodeada de pinos. El lago se recomienda para los viajeros que valoran y disfrutan la naturaleza, las actividades como el senderismo, kayak y la observación de aves.

El corazón de las barrancas

Se dice que hay que dejar lo mejor al final, y no solo porque sea la siguiente parada del Chepe, sino porque Divisadero es considerado el corazón de las Barrancas del Cobre. Es el punto intermedio en el recorrido del ferrocarril, pero también el último y más visitado destino en Chihuahua antes de emprender viaje a Sinaloa.

Divisadero, uno de los puntos más altos y famosos de la ruta Barrancas del Cobre; cuenta con los mejores miradores de la barranca de Urique donde es posible apreciar hasta mil 200 metros de profundidad.

En ese destino y sus alrededores se encuentran hoteles construidos al filo de la barranca, como es el caso del Hotel Mirador Barrancas del Cobre, donde los visitantes pueden pasar la noche y apreciar durante el día una de las mejores vistas desde su balcón.

A lo largo de toda esa zona habita la comunidad indígena de los rarámuri o tarahumaras, quienes han hecho de las barrancas su hogar durante siglos, y sus vidas se entrelazan con las montañas. Al vivir en esa región remota, han preservado su estilo de vida ancestral.

Muchas personas llegan hasta ese lugar con el pretexto de conocer el Parque de Aventura Barrancas del Cobre, donde converge la diversión, naturaleza con la cultura local de la sierra Tarahumara.

Hay cinco actividades en Barrancas del Cobre que se recomienda realizar, son Ziprider, la tirolesa más larga del mundo; una caminata rarámuri es un recorridos al fondo de las barrancas guiados por un integrante de la comunidad Tarahumara; Vía ferrata que es rappel, semi escalada entre rocas, puentes colgantes, grutas y finaliza con un salto de Tarzán. Además del circuito de tirolesas que son siete y el teleférico en Divisadero.



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